Los 4 pasos para conseguir ser constantes

Si miramos atrás podemos reflexionar sobre la cantidad de actividades que empezamos un día con una gran motivación y que hoy han pasado al olvido. En multitud de ocasiones pensamos: “si hago esto seguro que me viene bien para…”, ó “debería de ponerme ya”, “cuando tenga tiempo me pongo…” Si conseguimos ser constantes en cualquier actividad conseguiremos grandes resultados.

De los pensamientos que acabamos de citar, aquellos que hayan pasado el primer filtro de la pereza, deberán de pasar el segundo que es más difícil. Con el segundo filtro nos referimos al momento en que ese pensamiento inicial se transforma en una acción concreta. Ese pensamiento ha sido el más fuerte y el que ha prevalecido respecto al resto de pensamientos que hemos considerado secundarios. Cuando empezamos la actividad tenemos una gran motivación, y esa ilusión inicial es la que nos mueve a mantenernos durante un tiempo realizando dicha actividad. Pasados unos días, esa motivación inicial que nos impulsaba a movernos en esa dirección es puesta a prueba nuevamente porque han aparecido nuevos estímulos y actividades que la podrían suplir perfectamente y que nos llaman poderosamente la atención. Si logra superar estas dificultades lograremos convertirlo en un hábito y pasará a formar parte de nuestra práctica habitual sin que nos suponga esfuerzo alguno.

¿Qué podemos hacer para que una actividad que realmente nos motiva se mantenga en el tiempo?

Primero: debemos de pensar qué beneficios proporciona la actividad que nos está llamando la atención, tanto para mí como para los demás. Preguntarnos ¿para qué? si consideramos que es realmente beneficiosa e importante en nuestra vida diaria pasamos al siguiente paso.

Segundo: sellar esa decisión con una acción concreta; por ejemplo informarse de cómo lo han hecho otras personas que buscaban lo mismo que yo, a través de internet, libros, cursos, apuntarse a un programa de formación

Tercero: evitar lo que en EM llamamos el efecto globo; es decir, inflarnos en muy poco tiempo de mucha información y de repente, debido a la excesiva estimulación, el globo explota y dejamos de practicar. La forma de evitarlo es la siguiente: cortar la actividad que nos hayamos propuesto cuando todavía tengamos los niveles de atención altos y quedarte con la sensación de que quieres más. Si mantienes la actividad hasta el final, en el que los niveles de atención empiezan a descender, habrás empachado a tu cerebro de información y la próxima vez que vayas a realizar esa actividad no contarás con la misma motivación. Si racionalizamos la información y siempre nos quedamos con ganas de continuar nos resultará mucho más fácil mantener la actividad en el tiempo porque no estará asociada a un estímulo negativo.

Cuarto: disfruta de la actividad que hayas elegido.

Gracias por estar aquí, si piensas que el artículo le puede ayudar a alguien compártelo.

Felíz día.