En la medida de nuestras posibilidades, es aconsejable mantener el mismo horario en las sesiones de estudio por diferentes motivos.
El primero de ellos consiste en que si habituamos al cuerpo a estudiar a unas determinadas horas, por ejemplo a las 17:00, cuando llegue esa hora estará acostumbrado a ello por lo que resultará más fácil, lo hará sin esfuerzo de manera natural.
El segundo es: al haber creado este hábito previamente, nuestra mente ya está predispuesta para el aprendizaje en ese tiempo por lo que también nos facilita la tarea del estudio.
El tercer motivo es: si cada día empezamos a una hora diferente tendremos que establecer una lucha interna contra nosotros mismos en la que no siempre saldremos victoriosos porque nuestro cuerpo ofrecerá resistencias. La motivación e interés para iniciar la sesión tendrá que ser mayor y esto hace peligrar que se llegue a realizar.
El cuarto y último: una vez que lo hayamos integrado en nuestro horario habitual, las personas de nuestro alrededor lo podrán tener en cuenta y sabrán que esas horas las dedicas al estudio, por lo que les resultará más fácil entenderlo y respetarlo.
Hay casos en los que no es posible beneficiarnos de este buen hábito, para ello lo que podemos hacer es planificarnos y proteger las horas que hemos decidido dedicar al estudio.
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