A continuación compartiré varios principios sobre la fe y las creencias, esta mezcla es la que da lugar al nacimiento de la excelencia en cualquier ámbito que desees aplicar. No nos damos cuenta de ello, pero nos pasamos el día eligiendo creencias conscientemente. Hay dos opciones; elegimos creencias limitantes (desde el miedo) o estimulantes (desde el amor). La clave está en elegir aquellas creencias que nos conduzcan a los resultados que deseamos, dejando de lado al mismo tiempo las que pueden frenarnos o desviarnos (frenos mentales). Esto tiene que ver con el poder más grande que tenemos: el poder de decidir. Ya sabemos que si uno no puede decidir, tranquilo que alguien habrá decidido por ti.
Un error que se suele cometer respecto la fe es creer que se trata de algo estático y místico que no tiene que ver con la acción y los resultados. Nada más lejos de la realidad. Si lo analizas la fe es la puerta de entrada a la excelencia precisamente porque no tiene nada de irreal ni de estático. Todo aquello que se ha creado por el hombre se ha creado dos veces, la primera de ellas en la mente. Por ejemplo una silla; alguien pensó en su día que uniendo varias tablas podía hacer un objeto que sirviera para sentarse y descansar, tuvo fe en que eso se podía hacer y así vemos hoy las sillas en las que nos sentamos. Es un proceso cuyo nacimiento tiene lugar en la mente y hay un decalaje temporal hasta que se convierte en realidad. Una anécdota curiosa fue cuando le preguntaron a la hija del creador de Disneyworld, Walt Disney, una vez que éste había fallecido; ¿qué fantástico parque, si tu padre estuviera aquí para verlo? a lo que ella respondió; él ya lo ha visto, si el parque existe es porque él lo ha creado antes en su mente.
Nuestra fe determina nuestra capacidad para liberar todo nuestro potencial en aquello que nos enfoquemos. Por ejemplo, alguien te dice “Tráeme la sal”, y te diriges a la cocina al tiempo que dices: “pero si no sé donde está”. La estás buscando unos minutos y dices “no la encuentro”. Entonces viene la otra persona y toma la sal, que la tenías a dos palmos de donde estabas diciendo “vaya despiste” Si llega a ser una… te… 🙂 Cuando te dices “pero si no sé…” entonces le envías a tu cerebro la orden de no ver la sal y no la ves. Esto se llama Escotomizar. Si uno dice congruentemente que no puede hacer algo, tiene razón; si uno dice congruentemente que puede, entonces transmites al sistema nervioso una orden que abre caminos hacia aquella parte del cerebro que posiblemente contenga las respuestas que necesitas. Eso es lo que marca la diferencia, la creencia y la fe en lo que uno hace.
“Pueden porque creen que pueden” Virgilio.
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