Las academias deben prevenir este problema
Hay una tendencia que se repite cada semana en prácticamente todas las academias de opositores de España y que, si lo desconoces, deberías tener muy en cuenta.
Imagina que tienes un alumno que se llama Pedro.
Pedro acude a tu academia con ganas de afrontar su oposición, sabe que hay grandes profesores que le darán buenos materiales y le ayudarán a preparar su temario.
Sin embargo, con el paso de los meses, semanas o incluso días, empieza a desanimarse.
Y NO es por culpa de la academia, ni de los profesores, sino de su modo de estudiar.
¿Por qué?
Porque Pedro sabe qué debe estudiar, y cuándo.
Lo que no sabe es cómo hacerlo bien.
El estudio de leyes lo lleva fatal. Y la Constitución Española es un auténtico infierno para él.
Tiene la sensación de que se le olvidan todos los artículos en muy poco tiempo.
Se agobia.
Se desconcentra.
Se desmotiva.
Como consecuencia, no es capaz de adaptarse al ritmo de la academia y la abandona.
Pierdes un cliente.
¿Por culpa de la academia? ¿Por culpa de los profesores?
No, es un problema que va más allá y está fuera de tu control.
Pedro estudia de la misma forma que lo hacía desde que era niño, utilizando un método tradicional basado en leer-repetir-leer, el cual provoca que se le olvide el 70% de la información que lee en apenas 1 semana.
Esto le genera frustración, estrés, ansiedad y falta de confianza. Por eso abandona.
Al final, el éxito de una academia no depende solamente de la calidad de los profesores, sino de los propios alumnos.
Depende de la forma en la que estos estudian el material que se les facilita.
Y aquí llega el grave problema que muchas academias ignoran:
Pedro no abandona la academia porque no sepa qué estudiar, sino porque busca un sitio donde le enseñen cómo hacerlo mejor.
Busca alternativas para rebajar su estrés y mejorar su memoria, y se apunta a un curso donde le enseñan técnicas de estudio de alto rendimiento.
Al final, la academia pierde un cliente muy valioso por no cubrir todas sus necesidades (y porque no puede permitirse el lujo de pagar una academia, por un lado, y un curso de memorización por otro lado).
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